Desde afuera, el general Salvador Cienfuegos, con su rostro severo, saludo de baqueta y pechera ceñida, presentó la imagen de un guerrero de primera línea contra el narcotráfico.
Como jefe de defensa de México de 2012 a 2018, dirigió sus fuerzas para acorralar brutalmente a los jefes de los cárteles y mover sigilosamente vehículos de patrulla en busca de cargamentos de heroína. Bajo su supervisión, los marines mexicanos arrestaron al infame capo Joaquín “El Chapo” Guzmán dos veces en dos años.
Pero Cienfuegos, quien fue arrestado por funcionarios estadounidenses cuando aterrizaba en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles el jueves por la noche, estaba, según la acusación, ejerciendo el vasto poder de su oficina y su ejército no para interrumpir el tráfico de drogas sino para ayudar a un cartel conocido como H- 2.
Los fiscales citan miles de mensajes de Blackberry interceptados para pintar una imagen de Cienfuegos, apodado “Padrino” o “Padrino”, como un benefactor todopoderoso que se aseguró de que miles de kilogramos de metanfetamina, cocaína, heroína y marihuana llegaran a las ciudades estadounidenses. produciendo millones de dólares en efectivo ilícito.